La huella del amor hacia tus hijos perdurará en ellos toda su vida

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La huella del amor hacia tus hijos perdurará en ellos toda su vida

Cuando se habla del amor de los padres a los hijos, muchas veces nos referimos al sacrificio y esfuerzo que realizamos para darles lo mejor y construirles un futuro seguro y con bienestar. Lamentablemente muchos de estos conceptos suelen estar más bien relacionados con bienes y necesidades materiales y ese porvenir seguro que proyectamos muchas veces no contempla la calidad y cantidad del tiempo que podemos dar a nuestros hijos.

La primera idea con la que podemos empezar a entender esto es que el vínculo que desarrollemos entre padres e hijos, es clave para la autoestima de nuestros niños, sobre todo porque nuestra relación con ellos es la primera que entablan en sus primeros años de vida. De ahí que tenemos una gran responsabilidad de que estos lazos sean sólidos y significativos, pues de éstos dependerá que dejemos una marca positiva en sus vidas.

Un punto muy importante en ese sentido es que logremos hacer que nuestro hijo se sienta amado simplemente por el hecho de existir. A veces sus acciones nos enfadan o desesperan, por lo que es importante aprender a diferenciar entre su comportamiento y ellos mismos como personas. La disciplina positiva y la disciplina consciente proponen una serie de herramientas basadas en el respeto y el amor, para dar a los niños una contención sin una descalificación que incida en el desarrollo de su autoestima.

Sin embargo, con esta idea no debemos caer en el extremo opuesto, donde nuestras actividades diarias, que nos dejan poco tiempo para la convivencia, nos lleven a demostrarles nuestro “cariño incondicional” con una serie de obsequios y en el cumplimiento de los caprichos más absurdos, que lejos de mejorar la calidad del tiempo que pasamos con ellos, nos llevan a deteriorar y a desvirtuar la relación.

¿Cuál es la mejor forma de mostrarles nuestro amor?

De acuerdo con el modelo educativo de la disciplina positiva, no hay mejor forma de mostrar el amor hacia nuestros hijos que con nuestra responsabilidad como padres de marcarles límites sanos y de forma respetuosa, cariñosa, pero contundente, que promoverá seres humanos plenos con habilidades emocionales y sociales que le permitirán relacionarse exitosamente durante su vida actual y adulta.

Este tipo de educación propone un punto medio entre el estilo autoritario y el extremo de ser muy permisivos. En este tipo de disciplina, no se contemplan los castigos; cuando los límites marcados con anterioridad se transgreden, los padres deben aplicar consecuencias naturales y adecuadas, que permiten dar al niño la oportunidad de tener un papel más activo fortaleciendo su autoestima y autoconfianza, sobre todo si se da prioridad a la comunicación a través del diálogo.

Es importante que como papás entendamos que los límites son necesarios para los niños. Nuestros hijos deben aprender que existen actitudes y conductas que pueden poner en riesgo su propio bienestar y el de otros. Es nuestra convicción y la confianza con que transmitamos esta información, la que promoverá que los niños eventualmente los acepten y los apliquen en su vida diaria.

Otro aspecto clave para promover una buena relación con nuestros hijos, es tratarlos con dignidad y respeto. Si bien nosotros como adultos tenemos la experiencia suficiente para saber qué es lo mejor para ellos, es importante que ellos perciban nuestra empatía para tratar de comprender su comportamiento o sus emociones. En ese sentido, es recomendable demostrar nuestras propias emociones, explicando qué desencadena cada una de ellas.

Tomemos en cuenta también, que los niños aprenden fundamentalmente con el ejemplo, por lo que debemos cuidar la congruencia entre nuestros actos y los límites que les marquemos. El ejemplo tiene mucho más peso que las palabras. De esta forma la asumen las consecuencias como parte de una vivencia y no como una serie de reglas impuestas de manera arbitraria.

Poner en práctica la comunicación asertiva y nuestra capacidad de escucharlos fortalecerá su confianza en ellos mismos y en nosotros como padres y sin lugar a dudas será una de las formas más efectivas para demostrarles tu cariño y dejar recuerdos de experiencias que enriquecerán su vida para un mejor futuro.